El profesor Carlos Enrique Alemán, profesor e investigador de la Universidad Politécnica de Cataluña y experto en ingeniería de polímeros, es también el artífice de la disruptiva innovación del sensor no invasivo, pieza esencial en los dispositivos médicos que desarrolla Onalabs.
Alemán y su equipo de seis investigadores lograron desarrollar un proceso que ha permitido llegar a la producción de sensores no invasivos realizados con plástico reciclado. Este nuevo material permite sustituir a los sensores de oro o grafito, con un coste muy elevado, y situar las ventajas de la monitorización de pacientes o heridas al alcance de todos.
El nuevo sensor construido con plástico reciclado tiene también propiedades conductoras y cuenta con la particularidad de que puede situar-se sobre la piel o ser implantado dentro del cuerpo, ya que es biodegradable y absorbible. Onalabs se unió en su momento a la investigación del equipo de Alemán y posteriormente licenció la patente para la fabricación sensórica de los dispositivos de Onalabs basados en bioingeniería sensórica.
¿Cuál es la principal innovación que ha conseguido el equipo que lidera respecto a estos nuevos sensores?
Nuestro equipo, formado por seis investigadores de la UPC, inició las investigaciones sobre la fabricación de sensores de plástico en 2017. Hemos logrado desarrollar un proceso que ha permitido conseguir la producción de sensores no invasivos realizados con plástico reciclado.
¿Qué significa haber conseguido este tipo de sensores?
Permite sustituir a los sensores de oro o grafito, que son los materiales que se emplean actualmente para fabricar sensores, que tienen un coste muy elevado. Básicamente, esto significa que situamos las ventajas de la monitorización de pacientes o heridas al alcance de todos porqué su coste es insignificante respecto a lo que se utiliza hoy en día.
¿Qué características tiene este nuevo sensor?
Se trata de un sensor de un milímetro cuadrado de plástico reciclado que incorpora un microchip. A este se le introducen los algoritmos necesarios para recoger los datos que se precisan para la monitorización del deportista o el paciente. Además, el sensor también tiene propiedades conductoras, como los fabricados en oro o grafito.
¿Cuáles pueden ser sus campos de aplicación?
Son múltiples y de gran valor añadido porqué posee grandes valores tecnológicos para determinados analitos biomédicos que permiten hacer un seguimiento preciso de la salud del paciente.
¿La investigación sobre este tipo de sensores continua?
Efectivamente. Tenemos a punto de comercializar un sensor biomédico que puede implantarse en el cuerpo humano, que lo metaboliza después de haberse degradado.